miércoles, 8 de agosto de 2012

VUELVEN LOS VIEJOS FANTASMAS DE LA RESISTENCIA ANTIFRANQUISTA

Los viejos fantasmas de la resistencia antifranquista, los luchadores por una libertad que les fue negada durante décadas, se remueven furiosos en sus tumbas. Contemplan las ruinas de la España libre y plural que soñaron y les desazona pensar que, sus directos herederos, exhiban sin dignidad unas siglas forjadas  en el fuego candente de la guerra civil y de una posguerra llena de privaciones y sufrimiento. Ven con desvelo sus manipulaciones, sus enredos y sus abrazos a los poderes fácticos, porque condicionan la mayoría de sus decisiones económicas y afectan al bienestar del pueblo .Los fantasmas de quienes defendieron Madrid o Barcelona de las hordas fascistas, no reconocen como compañeros a estos que ahora se dedican a la especulación política y a crear deudas  insoportables que después se ve abocado a pagar el pueblo. No entienden que izquierda y derecha se den la mano para cruzar el estrecho del déficit, porque no hay intereses ideológicos compatibles entre unas y otras opciones políticas. Pero han creado tantos intereses conjuntos y han tapado tantas corruptelas que  sellan con un abrazo secreto un silencio imprescindible, una alianza interesada que garantiza la buena marcha del negocio democrático. Los viejos fantasmas antifranquistas, los que resistieron cercos de  fuego, los que conocieron la cárcel y el exilio, quienes malvivieron con cartillas de racionamiento, no reconocen a estos jóvenes cachorros del capitalismo otra ideología que el dinero. La vocación de servicio o el bienestar común son soflamas políticas para alcanzar el objetivo del voto. Desde la soledad de sus tumbas, los fantasmas del tiempo asisten preocupados al deterioro político de España y a su conflictiva situación social. Lamentan en secreto que el destino les esté mostrando su imagen rejuvenecida en el espejo del tiempo. Muchos de ellos, entonces, también participaron en la escalada política y social que desembocó en la Guerra. Se recuerdan a sí mismo impartiendo consignas, alentando a la resistencia, fomentando el odio y la locura colectiva. Es el mismo torbellino absorbente que recorre hoy la quebrada geografía de España. Ven al País envuelto en una dinámica de radicalismo ideológico que podría generar respuestas violentas, muy difícil de detener una vez derribados los muros de la tolerancia y la razón. La situación económica está volviendo previsor y receloso a todo el mundo. Pero para los viejos fantasmas antifranquista la responsabilidad no es compartida entre los representantes políticos y el pueblo. La borrachera de poder, con su pátina de corrupción y despilfarro no pueden pagarla los ciudadanos. Y mucho menos pueden quedarse conformes y en silencio con lo que está sucediendo. Es lógico que exista un ambiente de crispación y que este abarque a todas las capas de la sociedad, que ven atacada su libertad y sus derechos por los mismos que  tenían la obligación de protegerlos.  Alfonso Pérez Romero.

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