domingo, 18 de noviembre de 2012

LA GENEALOGÍA DE LOS HOMBRES DE ORO

Están tocados por una mágica confluencia astral y nacen para mamar de una teta de oro, de una generosa ubre de diamantes de la que mana una abundante y saludable leche virginal. Crecen envueltos en sábanas hilos, su piel es untada con ricos y olorosos aceites, y son custodiados por manos de doncellas versadas en el arte de satisfacer sutiles caprichos, aguantar autoritarios berrinches y tolerar toda clase de desprecios y humillaciones. No han alcanzado aún la pubertad, cuando ya son conscientes de pertenecer a una clase rica y dominante, destinada a ser reverenciada por el populacho y a liderar a las clases medias y  obreras. adocenadas por la falta de instrucción cultural y por los duros trabajos. Se sienten distintos, distinguidos, especiales, señores de la empresas y del dinero, dueños del presente, del pasado y del futuro de generaciones enteras de lacayos, a los que imponen su estricto criterio y autoridad. Las normas financieras están hechas a la medida de su codicia y presumen de poder pagar el precio de cualquier antojo y de comprar, a discreción,  voluntades y afectos. Algunos no lo saben, pero son los herederos de las conciencias absolutistas del medievo, modernos señores feudales que cabalgan a lomos de los puras sangre de un lujoso Mercedes o de un brillante y espectacular  Ferrari, a veces pagados por ellos, pero siempre abonados con dinero del erario público. Todo les pertenece y todo les es regalado. Dominan las situaciones con el escudo siempre heráldico de su apellido y, cuando no es suficiente, recurren al cargo, al dinero, a la herencia, o a la influencias de  familiares y amigos. Estudian y obtienen títulos en universidades privadas, en la que los enseña a manejarse en esta jungla urbana de cocodrilos financieros y mariposas envenenadas, y los preparan para liderar proyectos económicos con los que saquear las arcas de los ignorantes ciudadanos. Obtienen la graduación y pomposos másteres en colegios ingleses o norteamericanos, y nunca tienen problemas para realizar prácticas y obtener empleos, bien pagados,  en multinacionales o grandes corporaciones públicas. Por supuesto, no se someten a la indecencia común de pasar unas duras oposiciones y, si las hacen, obtienen el aprobado y la plaza de antemano, bien por dudosos méritos, puntos por servicio no prestados, o cualquier otra leche que se inventen. En el plano intelectual no son nada, nadie, pero se rodean de inteligentes asesores, generalmente hijos de la gleba, que ponen su talento al servicio de estos pérfidos personajes que han hecho doctrina del desprecio al débil.. Digo que estos gabinetes o equipos de asesores son las muletas que sostienen el débil entramado  intelectual de muchos de estos grises estadistas políticos y hábiles reptiles  financieros. E insisto en que son engreídos, fatuos, soberbios, desprecian cuantos ignorar, sobre todo a las clases más pobres, porque no saben identificar el rostro humano de la miseria, ni saben de qué color son las lágrimas del sufrimiento. Llevan una vida regalada, de lujos pagados y amantes sexualmente insatisfechas, que fijen orgasmos imposibles  para no herir su susceptibilidad de machos ibéricos, y para que no mengüe el talón que suelen dejar, con discreción y elegancia,  sobre la mesa. Todo en su vida tiene un falso brillo de oropel, una falsa solemnidad cardenalicia: sus compromisos políticos, sus reuniones de negocios, sus montajes económicos, sus afectos y lealtades... Su único patria es el dinero y su único Dios es el becerro de oro, pero se llevan bien con la Iglesia, y suelen defender a boca llena la bandera y la territorialidad, pero sólo como parte del negocio. Algunos viven del aire de las rentas hereditarias, pero la mayoría se nutren del dinero que llega desde las cavernas políticas y financieras, de los bajos fondos del poder, con los que intercambian favores, el clásico hoy por tí, mañana por mí. Raro es verlo cometer algún delito, algún error político grave, pero a veces la excesiva codicia los lleva a realizar órdagos que comprometen su patrimonio y su prestigio. Pero siempre salen indemnes de estos saraos penales, porque la justicia es mucho más ciega y sorda cuando los implicados en tramas corruptas son ricos e influyentes. Es lo de siempre. Es el mundo desde que es mundo, y gira y gira. Es contar la misma historia que nos contaron nuestros abuelos, que sufrieron nuestros padres y que ahora nos toca padecer a nosotros. Alfonso Pérez Romero.



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