domingo, 30 de septiembre de 2012

LA CONSPIRACIÓN DE LOS AMOS DEL MUNDO


QUIENES pensaban que una inexplicable y maldita confluencia astral, o quizás un conjunto de coincidentes insensateces y adversidades, habían desencadenado la crisis económica mundial, desconocen por completo que en el mundo financiero la casualidad no existe y mucho menos cuando el azar afecta a los países desarrollados de un continente con la fortaleza económica de Europa o Norteamérica. Entonces, ¿qué es lo que realmente ha ocurrido para que los pilares económicos de occidente estén a punto de derrumbarse sobre las cabezas de sus aturdido y desconcertados ciudadanos?  Nuestra primera pista seria nos conduce a una tranquila ciudad suiza del cantón del Grisone, Davos, porque allí, entre picachos nevados, bucólicas praderas y transparentes manantiales, se celebra desde 1970 el Foro Económico Mundial.  En este idílico paisaje helvético se  reúne durante unos días la élite financiera, empresarial  y política del mundo civilizado, en torno a lo que ellos mismos han bautizado como "el mercado de ideas",  y que tiene como finalidad el control de las finanzas y la política del mundo, a base de unificar criterios, aunar voluntades y establecer estrategias y tendencias sociales. Estos amos del mundo ejercen un papel dominante en todas las áreas de la economía, política, finanzas, cultura. Es decir, que controlan un elevado porcentaje de todo los recursos del planeta, desde la inversión en materia prima y control de sus precios, hasta los productos elaborados más sofisticados.  Y, en particular, estos multimillonarios son los que cubren, con sus fondos de inversión,  las necesidades de liquidez de las multinacionales y financian los presupuestos de las naciones occidentales.
     En algunas ediciones anteriores,  el Foro Económico Mundial había abordado temas económicos de impacto global, con el objetivo de ir perfilando un mundo político, empresarial y financiero, mucho más controlable que el que había habido hasta entonces, e ir integrando en la economía occidental a países como China y la Rusia, ya que se consideraban muy importantes el equilibrio social que podían aportar con su integración al comercio mundial. Se cerraba así un reto que había asumido los amos del mundo unos años antes, cuando en el  "mercado de ideas" surgió la iniciativa de crear un mundo globalizado, donde los capitales y las mercancías pudieran circular libremente, con fluidez, sin apenas cargas impositivas o peajes. En 2005, consolidada la economía  global, el Foro Económico Mundial abordó el tema "Decisiones contundentes para tiempos difíciles". Era un enunciado altamente intranquilizador, aunque no trascendió el motivo de por qué eran los tiempos difíciles, si occidente gozaba de un alto nivel de bienestar social y de estabilidad política. En realidad, a los amos del mundo se le estaba planteado un grave problema con el exceso de liquidez monetaria. O dicho de otro modo, no encontraba nada rentable en qué invertir el enorme caudal de dinero que les sobraba, y que era tanto que su manejo exigía soluciones muy imaginativas y audaces. En esa reunión del 2005, acordaron una estrategia para controlar las economías del mundo, que pasaba por intoxicar sus sistemas financieros, generar una gran deuda y una brutal desconfianza, hasta el punto de que los Estados no pudieran financiarse por sí mismo. El primer paso orquestado fue inundar el mercado bancario internacional de dinero efectivo e incitar a través de sus medios afines al consumo masivo del crédito, que se daba sin garantías y con intereses muy altos. Sabían que la codicia del sistema financiero haría el resto. Nada detuvo esta espiral consumista, hasta que se llegó al segundo paso, muy conocido,  que consistió en vender en bolsa estos activos financieros irrecuperables, conocidos como hipotecas basuras, y contaminar todo el sistema financiero mundial.  El tercer paso se anunció en septiembre del 2008, con la declaración de bancarrota del 4º banco inversor de EE.UU, Lehman Brothers, una entidad que había sobrevivido a conflictos mundiales y al crack de 1929. La quiebra fue provocada por la inhibición, cómplice, del secretario del tesoro, Henry Paulson, que siguiendo más que probables instrucciones de Bush, exigía una solución que no implicase la intervención del Estado. Esto entraba en contradicción con la política seguida hasta entonces por el Gobierno de EE.UU. que había ayudado a entidades privadas semipúblicas, como Fannie Mac y Freddie Mac, o Bear Stearns, a evitar el colapso financiero. A partir de la quiebra de Lehman Brothers, servido el escándalo financiero, el cuarto paso era cuestión de poco tiempo. La crisis generalizada de confianza en el sistema bancario, intoxicado por las hipotecas basuras, alcanzaba de lleno a Europa, cuyas principales entidades financieras vieron como sus activos se desplomaban ante los ojos atónitos de los ciudadanos. Había nervios entre los inversores que desconocían las maniobras especulativas de los amos del mundo y que tenían en juego, sólo en EE.UU. más de 46000 millones de dólares en títulos hipotecarios. A partir de este momento, los pasos que ha seguido este calculado expolio de los sistema financieros públicos son del todo conocido. Los Estados se vieron obligados a salir en ayuda de su bancos, con nacionalizaciones o aportado fondos, con lo cual convertían en deuda soberana lo que no era más que una deuda de entidades privadas Entraba así en juego  la complicidad de los políticos que, para enriquecer aún más a las grandes multinacionales de las finanzas,   empobrecían  a sus poblaciones con recortes en derechos históricos, como pensiones, haberes, sanidad, educación. Los gobiernos más corruptos y despilfarradores (Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia), los que en época de esplendor financiero se habían endeudado hasta límites inimaginables, pagaban ahora las consecuencias de sus excesos perdiendo toda libertad para dirigir los destinos de sus pueblos, que pasaba a manos de los mercados. Para salvar los sistema financieros nacionales y para que sus grandes empresas puedan financiarse con intereses que les permitir competir en una  economía globalizada, estos Gobiernos han hecho todo tipo de concesiones, sin importarle la miseria o el paro que estas pudieran generar. Tampoco les importa la conflictividad social a los amos del mundo, ese selecto grupo de multimillonarios que, aburridos de ganar dinero de un modo tradicional, y ociosos de gastar fondos en controlar una economía demasiado politizada por gobiernos nacionales, se propusieron como reto, hace poco menos de un década, hacer saltar por los aires las estructuras del sistema financiero occidental y recoger en unos años, el fruto de lo que, de otro modo, hubieran tardado muchas década obtener. Y doy fe de que han conseguido su bastardo y miserable propósito. Alfonso Pérez Romero.



1 comentario:

  1. Tampoco les importa la conflictividad social a los amos del mundo, ese selecto grupo de multimillonarios que, cansados de ganar dinero de un modo tradicional, y ociosos de gastar fondos en controlar una economía demasiado politizada

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