martes, 24 de julio de 2012

LA BATALLA DEL HAMBRE

Mientras el pueblo se prepara para librar la dura batalla del hambre, la batalla donde el mísero condumio requiere horas en las colas de los comedores sociales, digo que, mientras enfrentan esa  guerra desigual en la que la amenaza de inanición es derrotada con indignos subsidios y a golpes de  solidaridad familiar, hay  jóvenes que sueñan despierto con un futuro incierto, donde el negro fantasma del paro acecha detrás de cada lección aprendida u olvidada en las aulas universitarias,  mientras  otean un horizonte donde las escasas ofertas de trabajo no son  ofertas, sino  una estafa consentida por los leguleyos políticos y sus condenadas reformas, e insisto en que, mientras nuestros ancianos hacen de orfebres económicos, convirtiendo en oro alimenticio la modesta pensión de 500 euros mensuales, y, digo más, mientras aumentan el número de hipotecados a los que  despojan de sus casas y  del derecho a un futuro más digno, haciendo que lleven sobre sus desnudos hombros una deuda vitalicia, y, como no,  mientras aumentan también la lista de  madres desesperadas que no tienen nada que dar de comer a sus hijos y venden su cuerpo en calles oscuras con olor a orín y a gatos, aguantando  el vómito y el asco que produce en su piel el roce del ofidio que vulnera sus cuerpos y sus almas, e insisto en que, mientras los bancos roban sus ahorros a los ancianos con oscuras maniobras preferentes, hay   mendigos que se estremecen de hambre y de miedo y que duermen, fornican y escupen,  en los cajeros con telarañas del capitalismo asilvestrado, y digo que, mientras el desamor de una sociedad corrompida se instala en los senos en flor de tantas adolescentes defraudadas, hay  hombres que lloran sin lágrimas su impotencia  revolucionaria y constatan sin asombro que la soledad del fracaso  cabe en un vaso de ginebra, mientras acodados en la barra de un bar se beben sorbo a sorbo las cenizas de sus sueños.... Y mientras todo esto ocurre, quienes nos han traído hasta aquí, políticos, empresarios y financieros, se reparten honores,  prebendas y privilegios, ellos,  "doctores honoris causa" en ambición desmedida y en cobardía social, prohombres de las ciencias del engaño y de la especulación, santos varones que compran la virginidad fingida de cándidas doncellas con el fruto del saqueo bancario, adalides en quebrar y deslocalizar empresas, paladines de causas ganadas en despidos y prejubilaciones con el comodín de la prevaricación. Y digo que, mientras el pueblo se prepara para librar la cruda batalla del hambre, otros se frotan las manos en claro contubernio explotador, mientras hacen saltar la prima de riesgo y la deuda soberana con varias cargas de dinamita en la línea de flotación de la economía española. Que Dios los coja confesados cuando el pueblo despierte y estalle la revolución.
                                                                   Alfonso Pérez Romero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario